Madrre solo hay una.



Madrre solo hay una.

Madre solo hay una, de esto trata. Quería una silla para amamantar; una silla para la madre. La silla de la abuela hecha en Tucurinca. Prototipamos con afán pero con lentitud; por lapsos cortos e intensos. Al final la MADRRE no acabó siendo una mecedora pero si una poltrona muy cómoda.

Toda la varilla se dobla a mano. Las curvas y los ángulos no son perfectos pero funcionan y las sillas se ven bien. Hay que saber utilizar el ojímetro; una herramienta clave en los talleres del barrio. Compramos varillas, doblamos, soldamos, pintamos y tejemos; hacemos todo. Los dobleces angulares son buenos con nuestra tiempos de producción y logramos más precisión con menos trabajo y menos dependencia del ojímetro. Por esto decidimos dobleces justos y cerrados, sin curvas, para la MADRRE. Hacemos un esfuerzo por trabajar a nuestra fortaleza; nuestra fábrica es pequeña y somos pocos, hay que hacer buen uso del tiempo y los recursos.

En los modelos originales de las calles de Santa Marta (y el Caribe en general) hay una mecedora muy reconocible que tiene cabecero. Son de cuerpo completo y son tan cómodas que te deja echarte una mocha en ella. Una silla para una siesta despues de un sancocho.

 

 Texto y fotografía por Rafael Zúñiga, el man de Tucurinca // @pase_bonito

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