Forjada exclusivamente por maquinas incansables, esta maravilla de acero se forma como un símbolo inquietante de nuestra existencia desolada. Su estructura afilada y angular, esculpida con precisión mecánica, personifica la elegancia fría de un mundo mecanizado.
Hablar de nuestra región es emocionarse de inmediato; paisajes de picos nevados que se adentran en el Mar Caribe, ríos que discurren por el bosque tropical seco y piedras monolíticas que nos trasladan a la historia.
Magdalenas para Magdalena. Una silla nueva.
La clave está en la pata trasera. Un arco que son dos patas pero visualmente se siente como una.
Pasaron meses y después años, el éxito de Tucurinca aportó significativamente a la proliferación de sillas tejidas en plástico que hoy satura mercados locales..
Era difícil, más difícil que cualquier otra cosa que hemos hecho en nuestra torre de Santa Marta. Patas en V, una sola pieza, ensamble con incrustación, 1.8m de Tumbona.